
Queso gruyere
En un mundo donde la intolerancia a la lactosa afecta a un porcentaje creciente de la población, con estimaciones que van entre el 60% y 70% de los adultos en Latinoamérica presentando algún grado de intolerancia, los productos lácteos adaptados a esta condición han cobrado protagonismo.
Uno de los más buscados es el queso sin lactosa, un alimento que ofrece todo el sabor del queso tradicional sin las molestias digestivas que genera el azúcar de la leche. Pero, ¿sabías que muchos quesos tradicionales, incluso sin etiquetarlo, ya son naturalmente bajos en lactosa o incluso sin lactosa?
A continuación, exploramos las principales variedades de queso sin lactosa, tanto naturales como elaboradas, y te explicamos qué los hace seguros para quienes no toleran bien este componente.
¿Qué es la lactosa?
La lactosa es un disacárido presente de forma natural en la leche de vaca, cabra y oveja. Para digerirla, el cuerpo necesita una enzima llamada lactasa. Las personas con deficiencia de lactasa pueden experimentar síntomas como hinchazón, gases, diarrea o dolor abdominal al consumir productos lácteos.
Sin embargo, durante el proceso de elaboración de algunos quesos, especialmente los madurados, la lactosa se elimina casi por completo. Esto se debe a dos factores: el drenaje del suero (que contiene la mayor parte de la lactosa) y la acción de las bacterias fermentadoras, que consumen la lactosa durante el envejecimiento del queso.
Quesos naturalmente sin lactosa
Existen varios quesos que, debido a su proceso de elaboración y maduración, contienen cantidades insignificantes de lactosa (menos de 0,1 g por cada 100 g), por lo que muchas personas intolerantes pueden consumirlos sin problemas.
Parmesano
Este queso duro y maduro tiene una curación mínima de 12 meses, lo que permite que prácticamente toda la lactosa se degrade. Además de ser apto para intolerantes, es una excelente fuente de proteínas y calcio.
Gruyère
Originario de Suiza, el Gruyère es otro queso curado de larga maduración, habitualmente entre 5 y 12 meses, lo que lo hace prácticamente libre de lactosa y le da su sabor intenso y levemente dulce.
Manchego curado
El manchego elaborado con leche de oveja y madurado más de 6 meses tiene niveles extremadamente bajos de lactosa. Su textura firme y sabor profundo lo convierten en una opción muy popular.
Cheddar maduro
Un cheddar con más de 6 meses de maduración ya es considerado bajo en lactosa. Cuanto más tiempo ha sido curado, menos lactosa contiene, y su sabor también se intensifica.
Emmental
Este queso suizo de grandes agujeros también es naturalmente bajo en lactosa debido a su proceso de fermentación y maduración. Es suave, ligeramente dulce y apto para muchas personas con intolerancia.
Quesos sin lactosa procesados
Además de los quesos madurados naturalmente sin lactosa, muchas marcas producen versiones especialmente tratadas de quesos frescos como mozzarella, queso crema, ricotta o quesillo, que normalmente contienen lactosa en su estado original.
Estos quesos se elaboran a partir de leche deslactosada o se les añade lactasa enzimática durante el proceso de producción. Entre las variedades más comunes elaboradas sin lactosa están:
- Queso crema sin lactosa
- Mozzarella sin lactosa
- Ricotta sin lactosa
- Queso fresco o cottage sin lactosa
Estos productos son especialmente útiles para quienes tienen una intolerancia más severa y no pueden tolerar siquiera trazas de lactosa.
¿Cómo identificar un queso sin lactosa?
La mejor forma de asegurarse es revisar el etiquetado. En los productos industriales debe figurar la mención “sin lactosa” o “lactosa <0,01%”. En quesos artesanales o no etiquetados, lo ideal es consultar directamente al fabricante o preferir aquellos de larga maduración, duros y con baja humedad.
También existen apps y listas actualizadas que clasifican quesos por su contenido de lactosa, lo que puede ser una guía útil al momento de comprar.
Consideraciones nutricionales
Los quesos sin lactosa mantienen, en la mayoría de los casos, el mismo perfil nutricional que los quesos tradicionales. Aportan proteínas de alta calidad, calcio, fósforo, grasas saturadas y vitaminas del grupo B. No obstante, las versiones industriales deslactosadas pueden contener aditivos o conservantes, por lo que es recomendable leer las etiquetas con atención.
La buena noticia para quienes sufren de intolerancia a la lactosa es que no tienen por qué renunciar al queso. Ya sea eligiendo quesos madurados naturalmente sin lactosa o comprando versiones deslactosadas, hoy existen múltiples opciones para disfrutar de este alimento sin consecuencias digestivas.







