
Trufa negra chilena
En el corazón de los bosques del sur de Chile crece un tesoro gastronómico: la trufa negra chilena (Tuber melanosporum), un hongo subterráneo que ha ganado reconocimiento internacional por su calidad excepcional.
Con un aroma intenso y un sabor único, este producto se ha convertido en el «oro negro» de nuestra tierra, comparándose en prestigio con las famosas trufas europeas, pero con características propias de nuestro terroir.
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Un cultivo desde la innovación
La historia de la trufa en Chile comenzó en 2004, cuando se realizaron las primeras plantaciones experimentales con apoyo de expertos internacionales y la Fundación para la Innovación Agraria (FIA).
Lo que empezó como un proyecto pionero hoy es una industria en crecimiento: si en 2016 se cosecharon 200 kilos, en 2021 la producción alcanzó las 2,5 toneladas, y para este 2024 se espera superar las 5 toneladas.
Actualmente, existen alrededor de 300 hectáreas de cultivo distribuidas desde la Región Metropolitana hasta Los Ríos, donde árboles como robles y avellanos albergan este preciado hongo bajo sus raíces.
La cosecha, que se realiza con la ayuda de perros especialmente entrenados, es un proceso delicado que requiere precisión para preservar la calidad de cada trufa.
Producto gourmet con sello chileno
La trufa negra chilena ha encontrado su lugar en los mercados más exclusivos del mundo. Se exporta principalmente a Europa (Francia, Italia, Inglaterra) y Asia (Japón), donde puede alcanzar valores de hasta 700 dólares el kilo.
Pero no solo es un producto de exportación; en Chile, el consumo interno ya supera los 350 kilos anuales, gracias a chefs y gourmets que han descubierto su potencial.
La Asociación Gremial de Truficultores de Chile (ATChile), que agrupa al 70% del sector, ha sido clave en este crecimiento, impulsando protocolos de calidad y promoviendo el prestigio de la trufa chilena en el extranjero.
Oportunidades y desafíos
Chile tiene ventajas únicas para la producción de trufas: su clima, sus suelos y su posición geográfica permiten cosechar en contraestación con Europa, abasteciendo mercados cuando el hemisferio norte está en receso.
Sin embargo, el sector aún enfrenta desafíos, como mejorar técnicas de cultivo, manejo postcosecha y diversificar mercados más allá de los tradicionales.
Además, se está impulsando el desarrollo de productos derivados, como mantequillas, aceites y salsas trufadas, para acercar este ingrediente de lujo a más consumidores locales.
Un futuro prometedor
La truficultura no solo ha posicionado a Chile como un actor relevante en el mercado gourmet global, sino que también ha generado empleo e innovación en zonas rurales del sur.
Con tratados de libre comercio que facilitan su exportación, el «oro negro» chileno sigue abriéndose paso en el mundo, consolidándose como un símbolo de excelencia y sofisticación.