
Tostador de pan chileno
El tostador de pan chileno es mucho más que un simple utensilio de cocina; es un símbolo de la cultura popular chilena que ha perdurado a lo largo de los años, traspasando generaciones y fronteras.
Este sencillo pero ingenioso aparato, creado en Chile alrededor de los años 1920, ha sido parte fundamental de los hogares chilenos, especialmente en la preparación de arroz o recalentar pan, humitas o sopaipillas.
Con el tiempo, el tostador chileno ha ganado notoriedad no solo en el país, sino también fuera de sus fronteras, donde es apreciado por su funcionalidad y diseño práctico.
Historia y origen del tostador chileno
El origen del tostador chileno se remonta a la década de 1920, cuando artesanos campesinos locales diseñaron colectivamente un artefacto de hojalata con agujeros en su superficie, acompañado de un alambre que servía de asa, para recalentar sus comidas.
Este diseño permite que la superficie del tostador funcione como un difusor de calor, ideado para controlar la cocción de alimentos en los fogones de las cocinas rurales chilenas, en donde la simplicidad y eficacia del diseño permitieron que se popularizara rápidamente, especialmente a partir de los años 1950.
Este utensilio fue creado en un contexto donde los hogares chilenos dependían de cocinas a gas o de leña, aportando una estructura que permitía calentar alimentos de manera uniforme, aprovechando el calor de la llama sin necesidad de electricidad.
El destacado arquitecto, profesor e investigador del diseño chileno, Óscar Ríos, señala al respecto:
Los objetos cotidianos que nos rodean son una suerte de espejos; pensados como útiles, nos describen y nos retratan cada vez que los hacemos aparecer en escena. Son modestos, serviciales y eficientes, poseen un corazón de herramienta que los hace indispensables. Amo el típico tostador de pan que se usa en Chile, que de su modestia ha alcanzado la estatura de ícono del diseño, por su eficiencia y su corazón popular de herramienta, tan aguerrido como un serrucho o un martillo, un objeto que es pura función en una configuración simple y eficiente; es antiguo y moderno a la vez y desprovisto de decoraciones.
Expansión y popularidad del tostador
Su popularidad creció exponencialmente, en parte debido a que los tostadores eléctricos de la época estaban diseñados para rebanadas de pan delgadas, lo cual no se adaptaba bien a los panes tradicionales chilenos, como la marraqueta o el pan amasado.
En comparación, a fines del siglo XIX ya existían tostadores en países del hemisferio norte, pero estos eran generalmente de hojalata con una superficie plana debajo de la parrilla, lo que los hacía menos versátiles que el diseño chileno. La innovación de los artesanos chilenos radicó en los agujeros que permitían un mejor control del calor y una cocción más uniforme.
El comienzo de su producción masiva
A partir de 1950, la producción del tostador chileno comenzó a realizarse de manera masiva cuando la empresa Virutex Ilko desarrolló maquinaria especializada para la fabricación de estos utensilios.
La compañía utilizaba grandes cantidades de hojalata y alambre galvanizado para producir miles de tostadores cada mes, alcanzando una producción de 20.000 tostadores mensuales en 2022, demostrando la vigencia y demanda de este artefacto.
Además de abastecer el mercado local, Virutex Ilko ha exportado tostadores a varios países de América Latina, incluyendo México, Argentina, Perú, Ecuador, Costa Rica y Colombia.
En Colombia, este utensilio es conocido como «tostador de arepas», lo que evidencia su adaptación a diferentes culturas y costumbres culinarias, mientras que en España se le denomina «tostador para gas» y en Italia es conocido como «brustolina».
Ventajas del tostador chileno
Una de las principales ventajas del tostador chileno es su versatilidad, ya que mientras que los tostadores eléctricos están diseñados principalmente para rebanadas delgadas de pan, el tostador chileno permite calentar panes más gruesos y variados.
Su diseño, que incluye un mango plegable, facilita su almacenamiento, con un asa elaborada con distintos materiales como madera o plástico, que añade un toque de funcionalidad sin perder su esencia.
Además, el tostador chileno no solo se limita a calentar pan, ya que también es utilizado para preparar y/o calentar otros alimentos tradicionales, como churrascas, sopaipillas, humitas o arroz graneado, ya que su capacidad para distribuir el calor de manera uniforme lo convierte en un utensilio indispensable en la cocina chilena.
El tostador chileno es un ejemplo de cómo la creatividad y la necesidad pueden dar lugar a inventos duraderos y significativos. Su diseño ha perdurado casi un siglo, adaptándose a los cambios en la cocina y la tecnología, y sigue siendo un elemento esencial en muchos hogares chilenos y de otros países.
Este humilde pero efectivo artefacto continúa siendo un favorito en la cocina, no solo en Chile, sino también en otros rincones del mundo, donde se le reconoce por su funcionalidad y diseño práctico.